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Anoche me quedé dormido en el sofá… y no me he dado cuenta hasta las 6 de la mañana. Para lo que quedaba, he vuelto a cerrar el ojo.
Este es el tercer año que celebro el día del padre. Mar me preparó ayer una manualidad secreta que casi no vi. Guardar secretos aún no lo lleva bien.
Hoy ha tocado un poco de limpieza. Mar ha jugado un ratito sola; algo “bueno” que ha aprendido durante esta cuarentena. Mientras le daba el regalo a mi padre (y configurarlo durante una hora), por videollamada, Mar ha aprovechado para pintarse la boca con maquillaje… y no sé si comérselo. Ha habido bronca en casa por despistarme.
Luego Madre Primeriza ha preparado una yincana que convalida como deporte de riesgo, tanto para adultos como para pequeños. Después yo he preparado una pista de “sopla-bol” de Lego. He triunfado cero, y además soplar por una pajita no es lo mejor que podemos hacer en este tipo de cuarentenas…